El terrorismo no reconocido de la OTAN
por Silvia Cattori*
Daniele Ganser, profesor de historia en la universidad de Basilea y presidente de ASPO-Suiza, ha publicado un libro de referencia sobre «Los ejércitos secretos de la OTAN». Según afirma, a lo largo de 50 años, Estados Unidos organizó en Europa atentados falsamente atribuidos a la izquierda y a la extrema izquierda para desacreditarlas ante los electores. Esa estrategia perdura hoy en día como medio de propiciar el miedo hacia el Islam y de justificar guerras por el petróleo.
Silvia Cattori: Su libro dedicado a los ejércitos secretos de la OTAN [1], se da a la tarea de explicar que la estrategia de la tensión [2] y las False flag terrorism [3] implican grandes peligros. Su libro nos informa cómo fue que la OTAN, durante la guerra fría –en coordinación con los servicios de inteligencia de los países de Europa Occidental y el Pentágono–, utilizó ejércitos secretos, reclutó espías en los círculos de la extrema derecha, y organizó actos de terrorismo que eran atribuidos a la extrema izquierda. Cuando uno se entera de eso, no puede menos que preguntarse qué puede suceder hoy en día a espaldas nuestras. Daniele Ganser: Es muy importante entender lo que realmente representa la estrategia de la tensión y cómo funcionó durante aquel período. Eso nos puede ayudar a aclarar el presente y a ver mejor en qué medida se sigue aplicando. Poca gente sabe lo que significa esa expresión de estrategia de la tensión. Es muy importante hablar de ella, y explicarla. Es una táctica que consiste en cometer atentados criminales y atribuirlos a otro. El términotensión se refiere a la tensión emocional, a aquello que crea un sentimiento de miedo. El término estrategia se refiere a aquello que alimenta el miedo de la gente hacia determinado grupo. Esas estructuras secretas de la OTAN habían sido equipadas, financiadas y entrenadas por la CIA, en coordinación con el MI6 (los servicios de inteligencia británicos), para combatir a las fuerzas armadas de la Unión Soviética en caso de guerra, pero también, según la información de la que hoy disponemos, para cometer atentados terroristas en diferentes países [4]. Es así cómo, desde los años 70, los servicios secretos italianos utilizaron esos ejércitos secretos para fomentar atentados terroristas con el objetivo de sembrar el miedo en el seno de la población y de acusar luego a los comunistas de ser los autores. Era la época en que el Partido Comunista tenía un poder legislativo importante en el Parlamento. La estrategia de la tensión estaba concebida para desacreditarlo, debilitarlo, impedirle acceder al poder ejecutivo. Silvia Cattori: Aprender lo que eso quiere decir es una cosa. ¡Pero sigue siendo difícil creer que nuestros gobiernos hayan podido permitir que la OTAN, los servicios de inteligencia de Europa Occidental y la CIA actuaran como una amenaza para la seguridad de sus propios ciudadanos! Daniele Ganser: La OTAN era el núcleo de esa red clandestina vinculada al terror. Le Clandestine Planning Committee (CPC) y el Allied Clandestine Committee (ACC) eran subestructuras clandestinas de la alianza atlántica, hoy en día claramente identificadas. Incluso hoy, cuando eso está comprobado, sigue siendo difícil saber qué hacía cada cual. No existen documentos que prueben quién daba las órdenes, quién organizaba la estrategia de la tensión, de qué manera la OTAN, los servicios de inteligencia de Europa Occidental, la CIA, el MI6 y los terroristas reclutados en los círculos de extrema derecha se repartían los papeles. La única certeza que tenemos es que dentro de aquellas estructuras clandestinas había elementos que utilizaron laestrategia de la tensión. Los terroristas de extrema derecha explicaron en sus declaraciones que eran los servicios secretos y la OTAN quienes los apoyaban a ellos en aquella guerra clandestina. Pero cuando se les piden explicaciones a miembros de la CIA o de la OTAN –cosa que yo he hecho durante varios años– estos se limitan a decir que pudo haber quizás algunos elementos criminales que escaparon a su control. Silvia Cattori: ¿Esos ejércitos secretos estaban activos en todos los países de Europa Occidental? Daniel Ganser: Mediante mis investigaciones, yo aporté la prueba de que esos ejércitos secretos existían no sólo en Italia, sino en todo el oeste de Europa: en Francia, en Bélgica, Holanda, Noruega, Dinamarca, Suecia, Finlandia, Turquía, España, Portugal, Austria, Suiza, Grecia, en Luxemburgo, en Alemania. Al principio se pensó que había una estructura de guerrilla única y que, por tanto, todos estos ejércitos secretos habían participado en la estrategia de la tensión, por consiguiente, en atentados terroristas. Pero es importante saber que no todos estos ejércitos secretos participaron en los atentados. Y comprender también lo que los diferenciaba, ya que tenían dos actividades diferentes. Lo que hoy se ve claramente es que estas estructuras clandestinas de la OTAN, comúnmente llamadas Stay behind [5], estaban concebidas, al principio, para actuar como una guerrilla en caso de ocupación de Europa Occidental por parte de la Unión Soviética. Estados Unidos decía que esas redes de guerrilla eran necesarias para enfrentar la falta de preparación de la que habían adolecido esos países durante la invasión alemana. Muchos de los países que conocieron la ocupación alemana, como Noruega, querían sacar lecciones de su propia incapacidad para resistir a la ocupación y se dijeron que, en caso de una nueva ocupación, debían estar mejor preparados, disponer de otra opción y poder contar con un ejército secreto en caso de derrota del ejército clásico. En el seno de aquellos ejércitos secretos había gente honesta, patriotas sinceros, que solamente querían defender su país en caso de ocupación. Silvia Cattori: Si entiendo bien, estos Stay behind cuyo objetivo inicial era prepararse para una posible invasión soviética, fueron desviados de ese objetivo y utilizados para combatir a la izquierda. A partir de ahí, es difícil de entender, ¿por qué los partidos de izquierda no investigaron y denunciaron antes estos hechos? Daniele Ganser: Si tomamos el caso de Italia, se ve que, cada vez que el Partido Comunista se dirigió al gobierno para obtener explicaciones sobre el ejército secreto que operaba en ese país bajo el nombre de código de Gladio [6], nunca hubo respuesta, bajo pretexto del secreto de Estado. No fue hasta 1990 que Giulio Andreotti [7] reconoció la existencia de Gladio y sus vínculos con la OTAN, la CIA y el MI6 [8]. Es también en ese entonces que el juez Felice Casson logró probar que el verdadero autor del atentado de Peteano, que estremeciera Italia en 1972 y del que hasta entonces se había responsabilizado a militantes de extrema izquierda, era [en realidad] Vincenzo Vinciguerra, miembro de Ordine Nuovo, un grupo de extrema derecha. Vinciguerra también habló de la existencia de este ejército secreto Gladio. Y explicó que, durante la guerra fría, aquellos atentados clandestinos habían causado la muerte de mujeres y niños [9]. También afirmó que este ejército secreto controlado por la OTAN tenía ramificaciones por toda Europa. Cuando esa información se dio a conocer, se produjo una crisis política en Italia. Y fue gracias a las investigaciones del juez Felice Casson que se supo [de la existencia] de los ejércitos secretos de la OTAN. En Alemania, cuando los socialistas del SPD supieron, en 1990, que en su país –como en todos los demás países europeos– había un ejército secreto, y que aquella estructura estaba vinculada a los servicios secretos alemanes, hicieron un escándalo y acusaron al partido demócrata-cristiano (CDU). Este último reaccionó diciendo: si ustedes nos acusan, nosotros diremos al público que ustedes también, con Willy Brandt, estuvieron implicados en esa conspiración. Aquello coincidía con las primeras elecciones de la Alemania reunificada, elecciones que el SPD esperaba ganar. Los dirigentes del SPD entendieron que no se trataba de un buen tema electoral, y finalmente dieron a entender que aquellos ejércitos secretos estaban justificados. En el Parlamento Europeo, en noviembre de 1990, se elevaron voces para decir que no se podía tolerar la existencia de ejércitos clandestinos, ni dejar sin explicación actos de terror cuyo verdadero origen no estaba aclarado, que había que investigar. El Parlamento Europeo protestó entonces por escrito ante la OTAN y el presidente George Bush padre. Pero no se hizo nada. Sólo se instrumentaron investigaciones públicas en Italia, Suiza y Bélgica. Son estos los tres únicos países que pusieron un poco de orden en cuanto a este asunto y que publicaron un informe sobre sus ejércitos secretos. Silvia Cattori: ¿Cuál es la situación hoy en día? ¿Es posible que esos ejércitos clandestinos sigan activos? ¿Pudiera haber estructuras nacionales secretas que no estén bajo control de los Estados? Daniele Ganser: Para un historiador es difícil contestar esa pregunta. No disponemos de un informe oficial país por país. En mis libros, yo analizo hechos que puedo probar. En lo tocante a Italia, hay un informe que dice que el ejército secreto Gladio fue suprimido. Sobre la existencia del ejército secreto P 26 en Suiza, hubo también un informe del parlamento, en noviembre de 1990. Por tanto, esos ejércitos clandestinos, que habían almacenado explosivos en escondites a través de toda Suiza, fueron disueltos. Pero en los demás países no se ha hecho nada. En Francia, aunque el presidente Francois Mitterrand había dicho que todo eso era cosa del pasado, se supo después que esas estructuras secretas seguían existiendo cuando Giulio Andreotti dio a entender que el presidente francés estaba mintiendo: «Usted dice que los ejércitos secretos ya no existen. Pero, durante la reunión secreta del otoño de 1990, ustedes los franceses estaban presentes. No diga entonces que eso ya no existe». Mitterand se disgustó bastante con Andreotti porque, después de esa revelación, no le quedó más remedio que rectificar su propia declaración. Más tarde el ex jefe de los servicios secretos franceses, el almirante Pierre Lacoste, confirmó que esos ejércitos secretos existían también en Francia, y que Francia también había estado implicada en atentados terroristas [10]. Así que es difícil decir si todo eso quedó atrás. Incluso si las estructuras Gladio hubiesen sido disueltas, es posible que se hayan creado otras nuevas manteniendo esta técnica de la estrategia de la tensión y de las False flag. Silvia Cattori: ¿Es posible pensar que, luego del derrumbe de la URSS, Estados Unidos y la OTAN hayan seguido desarrollando la estrategia de la tensión y las False flag en otros frentes? Daniele Ganser: Mis investigaciones se concentraron en el período de la guerra fría en Europa. Pero se sabe que hubo False flags en otros lugares, donde está probada la responsabilidad de los Estados. Por ejemplo, están los atentados de 1953 en Irán, atribuidos primero a los comunistas iraníes. Luego se comprobó que la CIA y el MI6 habían utilizado agentes provocadores para orquestar el derrocamiento del gobierno de Mohamed Mosadegh, en el marco de la guerra por el control del petróleo. Otro ejemplo: los atentados de 1954 en Egipto, atribuidos primeramente a los musulmanes. Más tarde se probó que, en lo que se llamó el caso Lavon [11], los verdaderos autores fueron los agentes del Mossad. En este caso, Israel buscaba lograr que las tropas británicas no salieran de Egipto sino que se quedaran, para garantizar también la protección de Israel. Ahí tenemos ejemplos históricos que demuestran que la estrategia de la tensión y las false flags fueron utilizadas por Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel. Todavía tenemos que continuar las investigaciones en ese sentido ya que, en su historia, otros países también han utilizado la misma estrategia. Silvia Cattori: ¿Esas estructuras clandestinas de la OTAN, creadas después de la Segunda Guerra Mundial, bajo la influencia de Estados Unidos, para dotar a los países europeos de una guerrilla capaz de resistir ante una invasión soviética, sirvieron finalmente nada más que para realizar acciones criminales contra ciudadanos europeos? ¡Todo hace pensar que Estados Unidos buscaba otra cosa! Daniele Ganser: Tiene usted razón en abordar ese tema. Estados Unidos estaba interesado en el control político. Ese control político es un elemento esencial de la estrategia de Washington y de Londres. El general Geraldo Serravalle, jefe del Gladio, la red italiana Stay-behind, pone un ejemplo de ello en su libro. Él cuenta que entendió que Estados Unidos no estaba interesado en la preparación de esa guerrilla en caso de invasión soviética cuando vio que lo que les interesaba a los agentes de la CIA, que asistían a los ejercicios de entrenamiento del ejército secreto que él dirigía, era asegurarse de que aquel ejército funcionara de forma que fuese posible controlar las acciones de los militantes comunistas. Lo que temían era la llegada de los comunistas al poder en países como Grecia, Italia y Francia. Ese era, por consiguiente, el objetivo de la estrategia de la tensión: orientar e influenciar la política de ciertos países de Europa Occidental. Silvia Cattori: Usted habló del elemento emocional como factor importante en la estrategia de la tensión. Por consiguiente, el terror, cuyo origen es indefinido, incierto, el miedo que provoca, sirve para manipular a la opinión. ¿No estamos viendo actualmente los mismos métodos? Ayer se sembraba el miedo al comunismo. ¿No se está sembrando ahora el miedo al Islam? Daniele Ganser: Si, hay un paralelismo muy claro. Durante los preparativos de la guerra contra Irak se dijo que Sadam Husein tenía armas biológicas, que existía un vínculo entre Irak y los atentados del 11 de septiembre o que existía una relación entre Irak y los terroristas de Al-Qaeda. Pero no era cierto. Mediante esas mentiras se quería hacer creer al mundo que los musulmanes querían extender el terrorismo por todas partes, que la guerra era necesaria para combatir el terror. Pero la verdadera razón de la guerra es el control de los recursos energéticos. La geología demuestra que las riquezas en gas y en petróleo se concentran en los países musulmanes. Quien quiere acapararlos tiene que recurrir a ese tipo de manipulaciones. No se puede decir que ya no hay petróleo puesto que el máximo de la producción global –el «peak oil» [12]– va a producirse probablemente antes de 2020, así que hay que apoderarse del petróleo en Irak, porque la gente diría que no se puede matar niños para tener el petróleo. Y tendrían razón. Tampoco se le puede decir a la gente que en el Mar Caspio hay reservas enormes y que hay hacer un oleoducto hacia el Océano Indico pero que, como no se puede pasar por Irán que está al sur ni pasar por Rusia que está por el norte, hay que pasar por el este, por Turkmenistán y Afganistán y que, por tanto, hay que controlar ese país. Es por eso que se califica a los musulmanes de «terroristas». Es una gran mentira, pero si se repite mil veces que los musulmanes son «terroristas» la gente acabará por creérselo y por decirse a sí misma que esas guerras antimusulmanas son útiles; y acabarán olvidando que hay muchas formas de terrorismo, que la violencia no es obligatoriamente una especialidad musulmana. Silvia Cattori: En definitiva, esas estructuras clandestinas quizás hayan sido disueltas, ¿pero la estrategia de la tensión puede haber continuado? Daniele Ganser: Exactamente. Es posible que las estructuras hayan sido disueltas y que se hayan formado otras nuevas. Es importante explicar que, en la estrategia de la tensión, la táctica y la manipulación funcionan. Nada de eso es legal. Pero, para los Estados, es más fácil manipular a la gente que decirle que el objetivo es apoderarse del petróleo de los demás. Silvia Cattori: Desde 2001, la Unión Europea instauró medidas antiterroristas. Enseguida resultó que esas medidas permitieron que la CIA secuestrara gente, que la llevara a lugares secretos para torturarla. ¿No se han convertido un poco los Estados europeos en rehenes de su propia sumisión a Estados Unidos? Daniele Ganser: Los Estados europeos han tenido una actitud bastante débil ante Estados Unidos después de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Después de haber afirmado que las prisiones secretas eran ilegales, le dejaron las manos libres. Lo mismo sucedió con los prisioneros de Guantánamo. En Europa se oyeron voces que decían: «No se puede privar a los prisioneros de la defensa de un abogado». Cuando la señora Angela Merkel mencionó esta cuestión, Estados Unidos dio a entender claramente que Alemania estaba un poco implicada en Irak, que sus servicios secretos habían ayudado a preparar esta guerra y que, por consiguiente, tenía que callarse. Silvia Cattori: En ese contexto, en que todavía quedan muchas zonas oscuras, ¿qué clase de seguridad puede aportar la OTAN a los pueblos que supuestamente debe proteger, si permite ese tipo de manipulación por parte de los servicios secretos? Daniele Ganser: En lo tocante a los atentados terroristas manipulados por los ejércitos secretos de la red Gladio durante la guerra fría, es importante poder determinar con claridad cuál es la implicación real de la OTAN en este asunto, saber qué fue lo que realmente sucedió. ¿Eran actos aislados o actos secretamente organizados por la OTAN? Hasta el día de hoy, la OTAN se ha negado ha hablar de la estrategia de la tensión y del terrorismo durante la guerra fría. La OTAN rechaza toda pregunta sobreGladio. Hoy en día, la OTAN se está utilizando como un arma ofensiva, cuando esa organización no fue creada en realidad para desempeñar ese papel. A la OTAN se le dio ese sentido el 12 de septiembre de 2001, inmediatamente después de los atentados de Nueva York. Los dirigentes de la OTAN afirman que la razón de su participación en la guerra contra los afganos es la lucha contra el terrorismo. Pero la OTAN corre el riesgo de perder esa guerra. Se producirá entonces una gran crisis, habrá debates. Lo cual permitirá entonces saber si la OTAN está librando, como lo afirma, una guerra contra el terrorismo, o si nos encontramos en una situación análoga a la que conocimos durante la guerra fría, con el ejército secreto Gladio, situación en la que existía un vínculo con el terror. Silvia Cattori: Sería incluso comprensible que Israel, país que está interesado en ampliar los conflictos en los países árabes, empuje a Estados Unidos en ese sentido. Pero no se ve cuál puede ser el interés de los Estados europeos en implicar sus tropas en guerras decididas por el Pentágono, como en Afganistán. Daniele Ganser: Yo creo que Europa está confundida. Estados Unidos está en una posición de fuerza, y los europeos tienen tendencia a pensar que es mejor colaborar con el más fuerte. Pero habría que reflexionar un poco más. Los parlamentarios europeos ceden fácilmente a la presión de Estados Unidos, que reclama cada vez más tropas en tal o más cual frente. Mientras más ceden los países europeos, más se someten y más problemas van a tener que enfrentar, y serán problemas cada vez más grandes. En Afganistán, los alemanes y los británicos están bajo las órdenes del ejército estadounidense. Estratégicamente, no se trata de una posición interesante para esos países. Ahora Estados Unidos ha pedido a los alemanes que envíen también a sus soldados al sur de Afganistán, a las zonas donde más dura es la lucha. Si los alemanes aceptan, corren el riesgo de ser masacrados por esas fuerzas afganas que rechazan la presencia de cualquier ocupante. Alemania debería preguntarse seriamente si no tendría que retirar sus 3 000 soldados de Afganistán. Pero, para los alemanes, desobedecer las órdenes de Estados Unidos, siendo un poco sus vasallos, es un paso difícil. Silvia Cattori: ¿Qué saben las autoridades que actualmente nos gobiernan sobre la estrategia de la tensión? ¿Pueden seguir así, permitiendo que los guerreristas fomenten golpes de Estado, que secuestren y que torturen gente sin reaccionar? ¿O cuentan todavía con medios para impedir esas actividades criminales? Daniele Ganser: No lo sé. Como historiador, yo observo y tomo nota. Como consejero político, siempre digo que no se puede ceder a las manipulaciones tendientes a sembrar el miedo y a hacernos creer que los «terroristas» son siempre musulmanes. Yo digo que se trata de una lucha por el control de los recursos energéticos, que hay que encontrar la forma de sobrevivir a la escasez energética. De esa forma no se resuelven los problemas, sino que los agravamos. Silvia Cattori: Cuando observamos la demonización de los árabes y de los musulmanes a partir del conflicto israelo-palestino, uno piensa que eso no tiene nada que ver con el petróleo. Daniele Ganser: Sí, en ese caso sí. Pero, en la perspectiva de Estados Unidos, de lo que se trata es de una lucha por el control de las reservas energéticas del bloque euroasiático que se sitúa en esa «elipse estratégica» que comienza en Azerbaiyán, pasa por Turkmenistán y por Kazajstán y llega hasta Arabia Saudita, Irak, Kuwait y el Golfo Pérsico. Es precisamente ahí, en esa región, en la que se desarrolla esa supuesta guerra «contra el terrorismo», que se concentran las más importantes reservas de petróleo y gas. A mi entender, no se trata de otra cosa más que de un rejuego geoestratégico en el cual la Unión Europea sólo puede salir perdiendo ya que si Estados Unidos toma el control de esos recursos y la crisis energética empeora, simplemente dirá: «Ustedes quieren gas, quieren petróleo. Está bien. A cambio, queremos esto y esto otro». Estados Unidos no va a dar de petróleo y gas gratis a los países europeos. Poca gente sabe que el «peak oil», el máximo de la producción, ya se alcanzó en el Mar del Norte y que, por consiguiente, la producción de petróleo en Europa –la producción de Noruega y Gran Bretaña- está en declive. El día que la gente se dé cuenta que esas guerras «contra el terrorismo» son manipuladas, y que esas acusaciones contra los musulmanes son en parte propaganda, se va a quedar sorprendida. Los Estados europeos tienen que despertar y entender por fin cómo funciona la estrategia de la tensión. Y tienen que aprender también a decirle que no a Estados Unidos. Además, en Estados Unidos también hay mucha gente que no quiere esta militarización de las relaciones internacionales. Silvia Cattori: Usted también ha investigado sobre los atentados del 11 de septiembre de 2001 y es coautor de un libro [13] junto a otros intelectuales preocupados por las incoherencias y contradicciones de la versión oficial de dichos acontecimientos y de las conclusiones de la comisión investigadora creada por el presidente Bush. ¿No teme que lo acusen de «teoría conspiracionista»? Daniele Ganser: Mis estudiantes y otras personas siempre me han preguntado: ¿si esta «guerra contra el terrorismo» está realmente vinculada con el petróleo y el gas, los atentados del 11 de septiembre no pueden haber sido manipulados también? ¿O es una coincidencia que los musulmanes de Osama Ben Laden hayan actuado exactamente en el momento en que los países occidentales empezaban a comprender que habría una crisis del petróleo? Así que empecé a interesarme en lo que se había escrito sobre el 11 de septiembre y a estudiar también el informe oficial que fue presentado en junio de 2004. Cuando uno se mete en ese tema, lo primero que nota es que existe un gran debate planetario sobre lo que realmente sucedió el 11 de septiembre de 2001. La información que tenemos no es muy precisa. Lo que nos lleva a interrogarnos en ese informe de 600 páginas es que ni siquiera se menciona el tercer edificio que se derrumbó aquel día. La comisión se refiere solamente al derrumbe de las «Torres Gemelas». Pero hay un tercer edificio, de 170 metros, que también se derrumbó; el llamado WTC 7. En el caso de ese edificio se habla de un pequeño incendio. Yo hablé con profesores que conocían bien la estructura de esos edificios. Ellos dicen que un pequeño incendio no puede destruir una estructura de esas dimensiones. La historia oficial sobre el 11 de septiembre, las conclusiones de la comisión, no son creíbles. Esa falta de claridad pone a los investigadores en una situación muy difícil. También reina la confusión sobre lo que realmente sucedió en el Pentágono. En las fotos que tenemos, resulta difícil encontrar un avión. No se ve cómo puede haber caído un avión allí. Silvia Cattori: El parlamento de Venezuela pidió a Estados Unidos que aportara más explicaciones para aclarar el origen de esos atentados. ¿No debería ser ese el ejemplo a seguir? Daniele Ganser: Hay muchas imprecisiones sobre el 11 de septiembre. Los parlamentarios, los universitarios, la ciudadanía, pueden pedir cuentas sobre lo que realmente sucedió. Yo pienso que es importante seguir preguntando. Se trata de un hecho que nadie puede olvidar. Todo el mundo recuerda dónde se encontraba en aquel preciso momento. Resulta increíble que 5 años después todavía no se haya aclarado eso. Silvia Cattori: Parece como si las instituciones no quisieran poner en duda la versión oficial. ¿Es posible que se hayan dejado manipular por la desinformación organizada por estrategas de la tensión y de las False flag ? Daniele Ganser: Uno es manipulable si tiene miedo. Miedo de perder el trabajo, miedo de perder el respeto de la gente que queremos. No se puede salir de esta espiral de violencia y de terror si nos dejamos vencer por el miedo. Es normal tener miedo. Pero hay que hablar abiertamente de ese miedo y de las manipulaciones que lo generan. Nadie puede escapar a sus consecuencias. Eso es aún mucho más grave en la medida en que los responsables políticos a menudo actúan bajo el efecto de ese miedo. Hay que buscar la fuerza necesaria para decir: «Sí, tengo miedo de saber que esas mentiras están haciendo sufrir a la gente; sí, tengo miedo de pensar que ya no queda mucho petróleo; sí, tengo miedo de pensar que el terrorismo del que nos hablan es resultado de manipulaciones, pero no me voy a dejar intimidar». Silvia Cattori: ¿Hasta qué punto países como Suiza participan actualmente en esta estrategia de la tensión? Daniele Ganser: Yo pienso que no existe una estrategia de la tensión en Suiza. Ese país no ha tenido atentados terroristas. Lo que sí es cierto, en Suiza como en otras partes, es que los políticos que tienen miedo de Estados Unidos, de la posición de fuerza de ese país, tiene tendencia a decirse a sí mismos que Estados Unidos es un buen amigo y que no nos conviene enemistarnos con ese país. Silvia Cattori: ¿Esa forma de pensar y de tapar las mentiras de la estrategia de la tensión, no los hace cómplices de los crímenes a las que esta da lugar; comenzando por los periodistas y los partidos políticos? Daniele Ganser: Pienso, en lo personal, que todo el mundo –periodistas, universitarios, políticos– tiene que reflexionar sobre las implicaciones de la estrategia de la tensión y de las False flag. Es verdad que nos encontramos ante hechos que escapan a toda comprensión. Por eso es que, cada vez que hay atentados terroristas, tenemos que interrogarnos y tratar de entender qué es lo que hay detrás [de esos hechos]. Sólo cuando se admita oficialmente que las False flag son una realidad, será posible establecer una lista de las False flag qua han tenido lugar a través de la historia y podremos ponernos de acuerdo sobre lo que habría que hacer. El tema que me interesa es la búsqueda de la paz. Es importante abrir el debate sobre la estrategia de la tensión y tener en cuenta que se trata de un fenómeno totalmente real. Porque, hasta que no se haya reconocido su existencia, no habrá posibilidad de actuar. Por eso es importante explicar lo que realmente significa laestrategia de la tensión. Y, cuando se entienda, no podemos dejarnos llevar por el miedo y por el odio contra un grupo. Hay que tener en cuenta que no es un solo país el que está implicado; que no son solamente Estados Unidos, Italia, Israel o los iraníes sino que eso sucede en todas partes, aunque algunos países están más implicados que otros. Hay que entender, sin acusar a tal país o a tal persona. El miedo y el odio no ayudan a progresar sino que paralizan el debate. Veo muchas acusaciones contra Estados Unidos, contra Israel, contra Gran Bretaña, o –del otro lado– contra Irán, Siria. Pero la búsqueda de la paz nos enseña que no se debe lanzar acusaciones basadas en la nacionalidad, y que no debe haber odio ni miedo; que lo más importante es explicar. Y esa comprensión será beneficiosa para nosotros todos. Silvia Cattori: ¿Por qué su libro sobre los ejércitos secretos de la OTAN, que se ha publicado ya en inglés y se traducido al italiano, al turco, al esloveno, y muy pronto al griego, no se ha publicado en francés? Daniele Ganser: No he encontrado todavía un editor en Francia. Si algún editor está interesado en publicar mi libro, vería con mucho gusto que lo tradujeran al francés. Periodista suiza.
Sin embargo, no todos los atentados son consecuencia de laestrategia de la tensión. Pero es difícil saber cuáles son los atentados manipulados. Incluso aquellos que conocen la cantidad de atentados manipulados por Estados para desacreditar a un enemigo político pueden enfrentarse a un obstáculo psicológico. Después de cada atentado, la gente siente miedo, está confundida. Es muy difícil acostumbrarse a la idea de que la estrategia de la tensión, la estrategia de las False flag, es una realidad. Es más fácil aceptar la manipulación y decirse: «Hace 30 años que me mantengo informado y nunca he oído hablar de esos ejércitos criminales. Los musulmanes nos atacan, por eso los estamos combatiendo».
Los años venideros dirán si la OTAN actuó al margen de la misión para la cual había sido creada, que era la de defender a los países europeos y Estados Unidos en caso de invasión soviética, acontecimiento que nunca se produjo. La OTAN no fue fundada para apoderarse del petróleo o del gas de los países musulmanes.Silvia Cattori
Los artículos de esta autora o autor
[1] Nato’s secret Armies: Terrorism in Western Europe por Daniele Ganser, prefacio de John Prados. Editorial Frank Cass, 2005. ISBN 07146850032005
[2] Fue después del atentado de la Piazza Fontana, en Milán, en 1969, que esta expresión se mencionó por vez primera.
[3] False flag operations (operaciones bajo bandera falsa) es la expresión que se utiliza para designar las acciones terroristas realizadas en secreto por gobiernos u organizaciones pero que aparecen como hechos cometidos por otros.
[4] «Stay-behind: les réseaux d’ingérence américains» por Thierry Meyssan, Réseau Voltaire, 20 de agosto de 2001.
[5] Stay behind (lo que quiere decir: quedar detrás en caso de invasión soviética) es el nombre dado a las estructuras clandestinas entrenadas para hacer una guerra de partisanos.
[6] Gladio designa el conjunto de los ejércitos secretos europeos que se encontraban bajo la dirección de la CIA.
[7] Presidente del Consejo de ministros, miembro de la democracia cristiana.
[8] «Informe Andreotti sobre la Operación Gladio» documento del 26 de febrero de 1991, Biblioteca de la Red Voltaire.
[9] «1980: carnage à Bologne, 85 morts», Réseau Voltaire, 12 de marzo de 2004.
[10] «La France autorise l’action des services US sur son territoire» por Thierry Meyssan, Réseau Voltaire, 8 de marzo de 2004.
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