sábado, 7 de julio de 2007

Una de las historias de "La Soledad"




(no leas más si no la has visto)

Toda la película fluye tranquila, sin sobresaltos. Los personajes no se alteran y viven despacio. Son gente normal, con conversaciones corrientes y molientes. Pero un día, de repente, un atentado (rodado con total distanciamiento) lo cambia todo. Una bomba provoca que la protagonista pierda a su hijo mientras viaja en un autobús por Madrid. Sin palabras, ni imágenes cercanas del atentado, sabemos que su bebé no sobrevivió.
A pesar de la tragedia, la película huye del discurso sensacionalista y sigue con el mismo ritmo de antes. No la vemos llorar pero sí sus heridas y la gran ausencia que llena la pantalla. Ni una sola palabra sobre el atentado.
Hay una elipsis temporal que oculta los días inmediatos al mismo donde suponemos que sí habrá habido caos y llanto. Sin embargo, los guionistas optan por continuar la narración en ese momento en el que ya no quedan lágrimas y hay que seguir con la rutina de la vida diaria: trabajar, comer, ducharse, dormir, planchar... lo que provoca en el espectador una sensación de vacío total ante el absurdo (absurdo para las víctimas, los terroristas saben bien lo que quieren conseguir).
Pasan varias secuencias hasta que la protagonista se ve forzada a hablar con su ex de lo que ha ocurrido (al que evita después de la muerte del niño).
Absurdo visto desde fuera, como un espía, como si fueran cámaras de seguridad, que están ahí, independientemente de que nosotros pasemos ante ellas. ¿Habrá influido en el realizador la estética "Gran Hermano" televisiva? En ella también las cámaras están fijas y muchas veces los personajes salen de cuadro y sus acciones se desarrollan fuera de él. Sólo escuchamos, no vemos.
La manera de filmar las acciones privadas es, en ocasiones, voyeurista: se filma detrás de un arbusto o de una cortina. Y en otras, de cámara de seguridad, es decir, se planta la cámara en un punto y se deja fija mientras el personaje hace su vida normal. En otras ocasiones se utiliza el punto de vista simultáneo, como en algunos diálogos en los que vemos a un personaje hablar y al otro escuchar al mismo tiempo. Como si en esos momentos, el director, pensara que es necesario verlo todo y escucharlo todo a la vez.
En el cine, normalmente, sólo se ve a los personajes cuando hablan, no cuando se escuchan. De esa manera se omiten los gestos del que escucha, sus interrupciones, su manera de escuchar.
Como espectadora, diré que la película me ha gustado mucho, aunque se hace demasiado larga a veces. Da para reflexionar después del cine y seguir hablando sobre ella. Sigo preguntándome cual es la moraleja del cuento... ¿la hay? ¿que no la haya es la moraleja? ¿la vida sigue igual después de la tragedia? ¿No es algo cobarde presentar los hechos sin hacer ningún juicio de valor? ¿Acaso no es esa la utopía periodística y documental? (la separación de noticia y opinión) ¿No es más honrado mostrar cada uno sus cartas ideológicas en vez de negar que las hay? ¿Se tienen pero no se quieren mostrar? ¿Así son las cosas y así se las hemos contado? Demasiadas preguntas...